DOMINGO, DICIEMBRE 5, 2010
Desde Roma, el 3 de diciembre, la FAO confirmó que “las inundaciones y la sequía de este año en importantes países productores de cereales desataron un agudo incremento de los precios de los alimentos, lo que pone de relieve la vulnerabilidad de los sistemas mundiales de producción de alimentos y los mercados agrícolas. Es probable que estos sucesos se repitan cada vez con mayor frecuencia e intensidad en los decenios que vienen, debido al cambio climático”.
Mientras en Venezuela los efectos del cambio climático sobre la agricultura son la noticia del día. El 1ro de diciembre, el gremio nacional de agricultores Fedeagro recordó al país que “2009 fue, sin duda, el peor año agrícola de la primera década del siglo veinte y uno. En efecto, el año pasado atravesamos la sequía más severa de los últimos cuarenta años. El impacto del clima se tradujo en una significativa disminución de la producción, incremento en costos, caída de la productividad y endeudamiento“.
Este 2010, a la fecha, vastas áreas de la producción agropecuaria se encuentran severamente afectadas por lluvias, inundaciones, deslaves, y aisladas por las vías intransitables o puentes rotos. La Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela – Fedenaga, estima conservadoramente sobre 300.000 hectáreas de pastizales y cultivos afectados. También, más de un millón de reses están a riego por la emergencia climática lo que ha motivado su llamado a flexibilizar la permisología de movilización del ganado para trasladarlos a zonas seguras.
Como vemos el cambio climático golpea por partida doble a Venezuela y a los venezolanos. Además de comprometer y reducir la ya deficitaria producción agropecuaria, lo condena a importar alimentos cada día más caros. De allí que el estímulo y los planes y programa de apoyo a los productores nacionales debe ser el norte de la política agrícola que urge implementarse y de manera concertada, pues hasta ahora ha sido inexistente. Esto previendo además un plan de auxilio a los productores y habitantes de las zonas agropecuarias afectadas por el impacto climático, para que puedan restablecer la habitabilidad y operatividad tanto de fincas y comunidades rurales. El Gobierno nacional, debe dejar de una vez por todas su prepotencia, prejuicios y dogmatismos a un lado, y sentarse con los productores y técnicos del campo, para concertar como producir la comida que el país requiere y en forma costo-eficiente. El Gobierno solo no puede enfrentar el cambio climático, ni los petrodólares ni todos los bonos de perniciosa deuda que pueda emitir comprometiendo el futuro, le alcanzarán para seguir importando 5 a 6 mil millones de dólares en alimentos que cada día más caros serán menos con más gente que alimentar